Por Marcelo Cárdenas
Fuente Consultada La Peña de Martín Dihigo.
Para nadie es un secreto que con la llegada de Aroldis Chapman, Yasier Puig, Odrisamer Despaigne, Yasmany Tomás, José Dariel Abreu, Yoennis Céspedes y Rusney Castillo a la MLB; algunos de ellos con contratos fabulosos, muy por encima de sus posibilidades reales de ofrecer espectáculos, la carrera por tener peloteros cubanos en sus nóminas se convirtió en un frenesí para todos las franquicias de la MLB, pero… se acabó la fiesta. (ver la lista de los despedidos al final)
Recordando la fiebre del siglo pasado cuando crearon a los Cuban Giants, ahora los directivos de la MLB apostaron por llenar sus rósters con peloteros de la Mayor de las Antillas, convencido que ese producto vendía y llenaría estadios, y no andaban mal encaminados, un trío de ellos tuvo la osadía de subir al Olimpo de las mayores y lo lograron a fuerza de empuje y calidad. De todos es conocido que en los placeres de Cuba surgen estrellas a cada rato y así será por siempre, pero una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín. Ante el volumen de la oferta cuando muchos peloteros optaron por viajar por cualquier vía para insertarse en la Gran Carpa, los directivos pescaron en río revuelto, y cada cual cogió sus cubanitos, en ocasiones a precio de liquidación. Pero la fiesta terminó. Sigue leyendo